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  • Natalie Taylor

LOS ARTISTAS DE SAN MIGUEL DE HOY: Bodegones, pasado y presente

Conocí por primera vez las obras de Edgar Soberón visitando el Charco del Ingenio. Había una serie de litografías de nopales y otra flora en la tienda. Me fascinaron los detalles de las pinturas, las líneas finas que delineaban las plantas, dándoles vida a pesar de que estaban hechas en monocromo. Soberón es un pintor de la naturaleza, y cuando ves sus obras a todo color, sus bodegones recuerdan las obras de artistas holandeses e italianos de los siglos XVII y XVIII. Las hojas verdes de las plantas y vegetales son tan frescas como las de un jardín de finales de primavera, las frutas tan maduras y suculentas que se te hace agua la boca al pensar en darles un mordisco, y las flores parecen emanar un aroma que te aturde cuando no lo detectas. Sí, las obras son visuales, pero involucran todos los sentidos.


Edgar Soberón en su estudio en la calle Insurgentes


Pero hay más en el trabajo de Soberón que una recreación de las mejores naturalezas muertas de los viejos maestros. A menudo les inyecta algo nuevo, aportándoles un toque de modernidad. “Soy un pintor realista”, dice, “con una base sólida de modernismo”. Reconoce su guiño al arte antiguo, pero aporta a sus obras elementos que le dan un toque de surrealismo.


A menudo, lo que parece una representación "normal" de la naturaleza muerta, te hace preguntarte acerca de algún objeto que no parece encajar del todo, te hace preguntarte: ¿cuál es la razón de esto aquí, en este espacio? Un ejemplo de ello es una sandía sobre una mesa, frente a una ventana que mira al mar. Pero, ¿por qué hay otra rodaja de sandía balanceándose encima? ¿Y de qué se trata esa bolsa de plástico que parece estar colgada en una pared?



Edgar Soberón nació en Cuba en la década de 1960 pero la familia se mudó a España. Pasó su primera infancia en Madrid, pero a los 12 años lo enviaron a Nueva York a vivir con un tío para poder estudiar en Estados Unidos. Finalmente, sus padres se unieron a él allí y se establecieron en Nueva York.


Edgar recuerda ese primer viaje, observando los rascacielos mientras el avión daba vueltas y descendía a la ciudad. Era el año 1973 y vio grúas gigantes en el lateral de una de las torres gemelas mientras daban los toques finales a la azotea. Sintió como si estuviera presenciando el nacimiento de las torres ese día, ya que él mismo estaba comenzando una nueva vida en los Estados Unidos.


Aunque a Edgar le encantaba dibujar desde niño, no siguió este camino de inmediato. Después de la prepa, sin saber qué quería hacer, comenzó a trabajar fundiendo joyas en oro y plata y engastando piedras. Pero durante este tiempo siguió dibujando y guardando sus obras en una carpeta. Luego, un día, durante el almuerzo, llevó su carpeta a la Escuela de Diseño Parson sin saber cómo sería recibido. Recibió una beca completa de cuatro años para la escuela, lo que fue una bendición tanto para ser admitido en el prestigioso colegio privado como porque el costo habría sido prohibitivo para su familia. Antes de graduarse con un BFA (Bachillerato en Bellas Artes) en 1987, viajó a París e Italia para realizar un año de estudios en el extranjero.


Durante un tiempo estuvo interesado en la abstracción, y algunos de sus primeros trabajos son collages que no parecen tener ninguna conexión con sus bodegones del día de hoy. Pero su atracción por las obras de Picasso o Braque jugó un papel en la configuración de sus obras actuales. Con el tiempo se dio cuenta de que no podía mirar el arte en polaridades, sino que necesitaba crear su propio estilo integrando elementos de cada una. Ha descubierto que la naturaleza muerta es ilimitada en su variedad y el mejor tema para su arte. Para Soberón, la esencia de la pintura es: “Aquello que es visual, quieto y silencioso, el eco de nuestra existencia, la huella de nuestro paso”.



Soberón vino por primera vez a San Miguel en 1996 con su esposa Paulina porque esta era la ciudad natal de ella. Paulina era hija de Jim Hawkins y Carmen Masip, y fue directora de la escuela de español Academia Hispano Americana en San Miguel.


Les encantaba la ciudad, pero se establecieron aquí hasta varios años después. Cuando ocurrió el 11 de septiembre, todavía vivía en Nueva York, no lejos de las torres gemelas y después del primer impacto fue testigo de cómo la segunda torre caía como una pila de fichas de dominó. Ese evento le pareció devastador a nivel personal. Recordó cómo había visto levantarse las torres por primera vez cuando llegó a la ciudad, y ahora, 31 años después, las estaba viendo derrumbarse. Sintió que “Nueva York ya no era Nueva York… y tal vez yo ya no era yo”. Era hora de irse.


En 2019, Paulina falleció de cáncer, y en 2020, llegó la pandemia de Covid. Soberón se encontró buscando refugio en la soledad el Charco del Ingenio. Aquí, en medio de la flora de nopales, suculentas y árboles semiáridos encontró inspiración para su nueva serie de pinturas de la flora mexicana. Están representados en óleos y litografías, siguiendo “las líneas puras de plantas”, que tanto le gusta. Soberón dice: “Busco la forma en la naturaleza; muchas veces dicta la estructura pictórica de la pintura”.


Edgar Soberón ha tenido numerosas exposiciones nacionales e internacionales de sus obras, muchos premios y sus obras se pueden encontrar en colecciones en los Estados Unidos y otros países. Puede ver sus trabajos en su sitio web: www.edgarsoberon.com o comunicarse con él por correo electrónico a: egarsoberon787@gmail.com



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