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HISTORIA DEL ARTE SAN MIGUEL DE ALLENDE: Las Monjas Parte 2

Natalie Taylor

En el artículo anterior hice una descripción general del templo de la Inmaculada Concepción, mejor conocida como Las Monjas. Me gustaría ampliar la información sobre las obras artísticas que se encuentran allí, en particular algunas de las obras de pintores novohispanos más conocidos.


Hay dos pintores de este tipo representados en Las Monjas. El primero es Juan Baltasar Gómez, un pintor novohispano de la última parte del siglo XVIII. Es mejor conocido por sus representaciones de la Virgen de Guadalupe, con varias de sus pinturas en los templos de San Miguel. Las Monjas también tiene una pintura de este tipo, pero hay poco que la distinga de cualquiera de las otras de la Virgen de Guadalupe, ya que sigue el patrón típico de tales obras. El segundo pintor es Juan Rodríguez Juárez, que vivió de 1675 a 1727, y cuyas obras cubren temas más amplios. Produjo principalmente arte religioso y retratos de altos funcionarios, y era conocido por su uso de colores brillantes.


Una de las obras más interesantes de Las Monjas es una representación de la circuncisión de Jesús, un evento inusual que no se ve con frecuencia. He escrito extensamente sobre esta pintura en particular en otro artículo, por lo que no entraré en detalles aquí. Sin embargo, hay otra de las obras de Juárez encontradas en Las Monjas. Se trata de La visita de los Reyes Magos, otra excelente pintura lamentablemente descolorida por el tiempo, lo que hace difícil distinguir quiénes son los reyes visitantes.

Según la tradición, los que vinieron a ver al niño Jesús fueron Melchor, Gaspar y Baltasar. Melchor, que traía oro, vino de Persia y él era el más viejo; representado con mayor frecuencia con cabello y barba blancos. En la pintura, es muy probable que sea él quien se pone de rodillas, más cerca de María, y con la mano izquierda señalando una bandeja que contiene joyas. El otro rey, Gaspar, era de la India, y probablemente sea el segundo después de Melchor, que lleva un turbante blanco. Un vasallo sostiene una gran urna de metal que contiene el incienso que traía como regalo. El tercer rey fue Baltasar, de África, que trajo mirra. Generalmente se lo representa como un hombre negro, y aquí parece ser así el hombre alto que está al fondo. Lleva un turbante con un adorno alto y anaranjado en el frente llamado sarpech.

Otro cuadro de Juan Rodríguez Juárez cuelga en la pared enrejada del fondo del templo, detrás del cual se encuentra el coro y el lugar de enterramiento de Josefa Lina de la Canal. Es la Asunción de la Virgen. 


Aparte de estas obras, hay muchas otras pinturas en las paredes del templo, pero se desconoce quiénes son sus autores.


Sin embargo, algunas merecen ser destacadas. El cuadro de la izquierda debajo representa la Adoración de los Pastores y es hermoso en muchos sentidos.

Los gestos y expresiones faciales de los personajes son realistas, en particular la mujer que está de pie en la parte posterior sosteniendo a su hijo de la mano. Es una postura de aspecto natural, sin conexión con ningún período determinado en el tiempo. La hermosa interpretación de la iluminación también es admirable en la parte central de la pintura. 


Otra buena pintura, representa a Jesús enseñando en el templo. Hay algo interesante que notar aquí, que no es exclusivo de esta pintura. Una línea corre horizontalmente cerca del centro de la pintura, representando un pliegue. Si observa muchas de estas pinturas antiguas, notará líneas similares, que corren horizontal o verticalmente. Las pinturas de las iglesias fueron adquiridas principalmente durante el siglo XVIII, cuando San Miguel el Grande estaba en su apogeo económico y financiero, la época del virreinato y el poder de la corona española. Durante el período colonial estaban a salvo de cualquier daño. Sin embargo, después de la Guerra de la Independencia, y más tarde durante las diversas revoluciones, hubo condiciones en las que las iglesias temieron el robo o la destrucción de su arte religioso. En esos casos, las pinturas fueron desmontadas y los lienzos doblados y guardados en áreas secretas de las iglesias. Eso explica los pliegues que vemos en tantas de ellas hasta el día de hoy.

Abajo hay otra de las pinturas anónimas, una escena encantadora representada en colores apagados. Nótese una vez más la evidencia de un pliegue que corre horizontalmente a través de la pintura.


La última serie de pinturas que me gustaría destacar aparece en lo alto, a lo largo de las esquinas de la cúpula. Como todas las demás, no sabemos quién las pintó.

Arriba a la izquierda encontramos a San Jerónimo, supuestamente un erudito bíblico que hizo la primera traducción de la Biblia al latín. A sus pies yace un león, que no se parece mucho al animal, tal vez debido al hecho de que el pintor puede que nunca haya visto uno. No obstante, es un león, y es el animal adecuado para este santo. Supuestamente, una vez sacó una espina de la pata de un león mientras vivía como ermitaño en el desierto, y el león lo sigue desde entonces. El santo de la derecha es Lucas, cuyo símbolo es un toro.


Los otros dos santos son Mateo a la izquierda, cuyos atributos más comunes son un libro y un ángel. A la derecha está Juan el Evangelista, autor del cuarto evangelio simbolizado por un águila.


En un próximo artículo hablaré del convento en el que vivió Josefa Lina de la Canal con un pequeño contingente de monjas, y de la posterior transformación del convento en un espacio completamente diferente.

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