Las historias sobre fantasmas sin cabeza, y en particular sobre jinetes sin cabeza, parecen ser parte de muchas culturas. A veces el jinete aparece sin cabeza, a veces lleva la cabeza mientras monta a caballo. El “dullahan” de Irlanda, por ejemplo, es un ser demoníaco que se muestra montando a caballo, llevando la cabeza en una mano o metida bajo el brazo. En la historia estadounidense, La leyenda de Sleepy Hollow, un maestro de escuela escéptico se enfrenta a un jinete sin cabeza que lo persigue en la víspera de Hollow, más conocida como Halloween.
Las tradiciones de apariciones malignas sin cabeza atormentan a muchos países del mundo. La nukekubi japonesa se representa como una mujer cuya cabeza y torso están separados.
Desde Europa hasta el Lejano Oriente, desde África hasta América, fantasmas sin cabeza caminan, tropiezan o montan a caballo asustando a los vivos. Sus historias de fondo a menudo involucran muertes violentas que han provocado que el fantasma deambule por el lugar donde murieron. Definitivamente no son espíritus amistosos, la mayoría están enojados y buscan resolución o retribución.
Al igual que otras historias de fantasmas y cuentos de hadas, tienen temas comunes y están abiertos a múltiples interpretaciones. Quizás en su papel más importante como cuentos con moraleja, están destinados a asustar. La separación del cuerpo de la cabeza simboliza el poder supremo demostrado por los monarcas a lo largo de la historia. El ejemplo perfecto es la Reina de Corazones de Alicia en el país de las maravillas, que grita: "¡Que les corten la cabeza!" cuando está molesta, lo que parece ser una condición permanente en su caso. La frase ahora se usa principalmente en broma cuando se amonesta a alguien por una aparente mala conducta, pero tales pronunciamientos de los monarcas eran de hecho una triste realidad en el pasado.
No es sorprendente que Sigmund Freud conectara al jinete sin cabeza con la sexualidad: afirmó que mostraba ansiedad por la castración. Para Franz Potter, un profesor que ha estudiado estas entidades sobrenaturales, los jinetes sin cabeza representan un pasado que nunca muere, acechando a los vivos por la eternidad. En muchos de los cuentos, el jinete sin cabeza busca venganza porque siente que le quitaron la cabeza injustamente. Cualquiera que sea el motivo por el que un espectro anda por la noche sin cabeza, ¡puedes estar seguro de que está enojado! Y sin cabeza, ni cerebro pensante, parece imposible mantener un diálogo racional con él. El mejor camino para los vivos es evitar esos fantasmas a toda costa.
¡Para no quedarse atrás, San Miguel de Allende tiene su propio jinete sin cabeza! Y hay vecinos que juran que es real. No sabemos hasta dónde se remonta la historia, pero en ésta, el jinete es claramente mexicano, puede llevar el típico sarape sobre los hombros y, a veces, un gran sombrero se posa sobre su cuello vacío.
Según los creyentes, su apariencia es totalmente fortuita: no tiene conexión con un día festivo o una temporada, pero definitivamente tiene que ser tarde en la noche. Y, naturalmente, tiene que haber una luna llena que ilumine las calles desiertas de la ciudad para crear la atmósfera adecuada. En esas noches, se dice, una vez que las campanas dan la medianoche en el campanario de la Santa Escuela, el ruido de los cascos de los caballos romperá el oscuro silencio. Poco después aparece la silueta de alguien a caballo descendiendo de la Presa superior situada en el Charco del Ingenio. La figura pasa por el mercado Ignacio Ramírez y gira por la calle Colegio. Luego pasa por La Salud, el Oratorio y la Casa de Loreto. El jinete aumenta su velocidad al trote por la calle Insurgentes, hasta ponerse al galope y desaparecer a lo lejos, a la salida del pueblo.
Hace años, un hombre de San Miguel se sintió lo suficientemente escéptico y valiente como para enfrentarse al jinete sin cabeza cuando escuchó el sonido lejano de unos cascos. Se paró en medio de Insurgentes esperando, con las manos en jarras, pero cuando el jinete en un caballo negro se acercó, se hizo obvio que la leyenda era cierta: ¡el jinete no tenía una cabeza sobre sus hombros! Aterrorizado, el hombre se arrodilló y agachó la cabeza porque sabía instintivamente que estaba viendo algo inapropiado. Pero esto no fue suficiente. Después de que la figura pasó y el hombre levantó la cabeza, se dio cuenta de que no veía nada. Ahora todo parecía tan oscuro como una noche sin luna, y así permaneció por el resto de su vida: la aparición le había hecho perder la vista.
Por eso los residentes de San Miguel saben que si escuchan el ruido de los cascos de un caballo en una noche de luna, deben cerrar las ventanas y correr las cortinas para no presenciar al jinete sin cabeza cabalgando por el pueblo. La única pista es que debe ser una luna llena y brillante, mucho después de la medianoche. Te recomiendo que cierres tus ventanas y tus puertas. ¡Más vale prevenir que lamentar!
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